Loco al volante, parabrisas on sin lluvia. |
Todo el tiempo mirando su mierda móvil la de Ibiza. |
Se acercó hasta casi rozarme con el brazo izquierdo, tuvo que desabrocharse el cinturón porque no llegaba, abrió la cajuela y sacó una agenda. Me pidió que buscara un teléfono y yo le pedí que no dejara de mirar el camino a lo que no respondió, no gusta de ser mandando el Cuerdo de Andalucía, ya lo sabemos. Como debe ser en una buena historia apenas abrí la agenda apareció el nombre de Ella, sus números y su dirección en Jerez. Había teléfonos de todas las celebridades de España. ¡El juez Garzón! ¡Julio Iglesias! Y alguna que otra de Argentina. Algunos nombres estaban anotados tres o incluso cuatro veces en diferentes renglones. Volví a su nombre y lo pondría completo porque me produce de todo, me inspira horrores, pero si lo hago me mata, lo sé. Volví a su nombre y se me vino el mundo abajo de nuevo. El pensamiento de que podía haberle pasado algo volvió. Como un remolino me retornó al entuerto de la amante y de la amada porque Rocío era así, siempre pensaba que podía haberme pasado algo, siempre. Excesivamente preocupada por mi, me volvió loca (más) con ese asunto, cuando no estábamos en contacto por más de media hora ya me preguntaba si me encontraba bien. SI, respondí una vez, y se me puso a llorar, la que pensaba me quería bien, la que supuestamente me convenía para llevar una existencia feliz. No es posible ese asuntito de la felicidad, mirando su Nombre en la agenda es que tuve finalmente la certeza. Hasta que llegamos a Ubrique, entonces volví a creer en su remota posibilidad. (Sigue)
Continuará...
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