martes, 12 de marzo de 2019

Capítulo 452 "Por una simple pregunta"

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Mañana oncólogo le dirá lo que tiene y que debe operarse.
Volvió a las cinco de la mañana. Acompañada y fiesteante. Se había ido a los gritos por lo del ipad y acá tenía yo mi castigo. Me angustié tanto que no hay gramática que alcance para describir. Lloré de la bronca. Lloré en silencio porque yo no le había hecho nada, ella se había inventado el cuento, ella se había sentido agraviada por una simple pregunta y ELLA HABÍA CAGÁDOLO TODO con su mierda adicción al puto telefonito. Y lo peor, era un desastre todo, era un sinfín de melodramas, sin embargo la necesitaba, necesitaba que me abrazara, que me acariciara el pelo con esa intensidad deseosa desmesurada. Era una injusticia, una porquería lo que me hacía porque encima que le tenía la vela, que le aguantaba las ciclotimias constantes, que trataba todo el tiempo de ayudarla y de contenerla la tipa me inventaba un personaje de verdugo y se enojaba conmigo, y no contenta con eso encima se buscaba a otra para “devolvermelá”.

Me puse la almohada sobre la cabeza para no escuchar las risas, se reía pero con la otra, le hablaba con su voz seductora y luego se hacían silencios, SILENCIOS DE BESOS, SEGURAMENTE. Tenía que salir de ahí. Yo. Ya mismo. De su piso inmundo. Miré la hora. Eran las cinco y seis, habían pasado unos pocos minutos desde su llegada, se sentían como años. Empecé a vestirme. Encendí el móvil. Algo tenía que hacer. Me puse cualquier cosa, cualquier cosa, el teléfono terminó de arrancar y mire su estado de whatsapp, lo había puesto hacía unas horas, antes de la pelea del ipad, una foto, la luz amarilla que entraba por la ventana del living mientras tomábamos mate, todavía nos queríamos, todavía era encuentro, todavía se sentía que podíamos llegar a llevarnos bien. Me até el pelo con la vincha y me llegué hasta la puerta. Las ojotas, no me había calzado nada. Frené frente a la puerta. Lloré de nuevo. Iba a entrar a su puta pieza y a reventar a la intrusa a patadas, que se fuera al carajo, ya mismo, bien a la mierda que se fuera. Rieron de nuevo. Ahora juntas y silencio otra vez.

Es una idiota, Marina. ¿Qué carajo te gusta de una pelotuda así? ¡Es una vulgar, una mamerta, una desazonada! Comete el error de los inseguros, el error en el que caemos la mayoría de los imbéciles: buscarse un parche caliente para hacer enojar al ser amado, en este caso, a vos. Nada que ver con Spinoza, no se estaba buscando una pasión que me reemplazara, buscaba molestarme, darme bronca, vengarse, tener una distracción para poder decirme “hoy no puedo salir contigo, guapa, ya he quedado”, cuando yo le propusiera algo porque si no tenía a otra no podía decirme que no, no se podía negar, dejaba todo por mi, como me pasaba a mi con la Gitana, y luego yo tenía la culpa también de eso, de que lo dejara todo por mi. Agucé el oído pero no se escuchó más nada, se estaban besando como locas, seguramente, ella se mordía el labio inferior como lo hacía conmigo, como no lo iba a hacer nunca nunca más conmigo porque ahora la tenía a la otra. Necesitaba pegarle a algo urgentemente. ¿Y si le gustaba de verdad la nueva intrusa? ¿Y si ella no era como yo que necesito enamorarme para que me reaccione el cuerpo? ¿Y si ella no necesitaba tiempo para gozar como una perra y engancharse como se había enganchado conmigo? ¿Y si (Sigue)



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