jueves, 6 de junio de 2019

Capítulo 470 "Piensa mal"

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Giré la llave en el switch y arrancó. Que lo parió. Una vez que quiero que me falle el auto el hijo de puta arranca como los dioses. No había pasado lo mismo el día aquél de la internación. Ese día crucial el puto no hizo ruido alguno. La batería murió de golpe y “por causalidad”, será que los autos también tienen miedo a las intervenciones quirúrgicas. Tuve que salir cagando en la moto para llegar a la residencia a tiempo y tomar un taxi hasta el hospital con la vieja y el bolso a cuestas. Piensa mal y acertarás. Pide mal y no, si lo pedís ya no te es concedido. ¡Que el auto no se rompa!, suplicás, y ahí se rompe pero si pedís lo otro… ¡nada!

Lo mismo hace ella cuando le digo de vernos: no quiere. Pero si no le digo hace un melodramo porque no le digo. Que le daba miedo, eso dijo hace exactamente una semana, que le daba miedo porque cuando nos veíamos nos peleábamos y eso le hacía mal. Ya habíamos quedado, yo iba a buscarla a su hotel y de ahí un día de verde y sol, como ella había jodido soberanamente, que quería aire y sol. ¡Bueno, hagamos aire y sol! Y cuando le digo por la mañana que estoy por salir hacia el hotel... Que no sabe si verme porque la última vez que nos vimos pasó esto y aquello... Que se lo tenía que pensar. Pero, Rocío, ya habíamos quedado, yo organicé todo y estaba por salir. Después de un pseudointeresante silencio empezó a pedirme que dijera distintas propuestas que se me ocurrieran para hacer juntas ese día y a todas les encontraba su defecto, con tal de discutir, con tal de hacerse rogar, hasta su misma propuesta le terminó siendo de su no agrado cuando vio que a mi me venía bien. ¡Pero ya habíamos quedado, Rocío, íbamos a ver verde a donde se te diera la gana! Y así es ella, como mi auto, cuando se puede no quiere.

Puse primera y me saqué de ahí, las luces del piso de arriba de la residencia empezaban a apagarse. Encendí el parabrisas y el desempañador. Había una humedad espantosa. Manejé, autómata, en dirección a mi casa. Se me cruzaba ella una y otra vez, intimaba con la nueva, ya habían terminado de cenar y ella la había invitado a su hotel, como había hecho aquella vez en Marbella, se había enojado conmigo por lo del ipad y volvió a las cinco de la mañana acompañada y borracha. Todo adrede. Para joderme a mi. Y ahora de nuevo. Como le terminé diciendo que no hacíamos nada, ni aire, ni sol, ni mierda porque se me habían ido las ganas... Se ofendió. Era su mecanismo. Cualquier nada la hacía sentirse no valorada entonces se cobraba venganza de esa manera, saliendo con otras. No escatimaba en contarme luego, ya reconciliadas, que se había visto con Fulana, su ex, o que había ido al cine con Mengana, no su ex pero con la que alguna vez había pasado algo, aclaraba, porque Mengana estaba perdidamente enamorada de ella, y ella, qué sé yo... la quería pero como amiga, porque compartían pasión por tal o cual cosa, y había pasado algo alguna vez porque aunque no le gustara para nada “se había dejado llevar”. Eran sus maneras sutiles y crueles y siniestras de vincularse conmigo, y supongo que con todos sus vínculos cercanos. Porque me amaba me aporreaba. O algo así. (Sigue)

Continuará...



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