jueves, 19 de septiembre de 2013

VIAJE SOSTENIBLE Y QUINTERIANO


Un día mi amigo Miguel me mandó un video, era de dos españoles: Este escritor seguro te guste, me escribió. El escritor era Antonio Gala y, como bien dijo, me gustó: "No os molestéis, conozco la salida", era el nombre del video catártico. Quien lo entrevistaba era Jesús Quintero, "el perro verde" para los argentinos, personaje extraño, difícil de clasificar, se ocupa él de no ser clasificable, se resiste a ello. Una suerte de entrevistador teatral, de actor que entrevista, instintivo, poco convencional, Loco, se hace llamar, el Loco de la colina. Vi ese video una vez, dos veces, tres y, como era de esperar, me enamoré de Gala. Busqué más y más y más de estos señores. Hacía poco tiempo me había separado así que se convirtieron en mis dos nuevos amigos, amantes, maestros. Pedía pizza y la comía con ellos. ¡Flor de amantes tenía yo! Claro, por momentos me preocupaba que mi vida social se redujera a encuentros con videos de youtube. ¡Esperá, estás dirigiendo teatro, che, ves gente cada tanto!, me decía para tranquilizarme y por momentos lo lograba. También se había muerto mi perro, compañero de once años, estaba yo que me arrastraba por el piso. Y la verdad sabemos que la sabe nadie pero la mía en ese momento fue preferir mis encuentros con los españoles a meterme en twitter a leer estupideces.

Trencito en Almodovar del Río ¡camino a Gala!
Entonces enloquecí del todo. Decidí ir por ellos. Seguir el impulso. No sabía para qué pero quería contactarlos. ¿Amor platónico? ¿Necesidad de una meta inalcanzable que me mantuviera viva? ¿Un destino desconocido me esperaba en España? Lo ignoraba pero escribí a la fundación y rápidamente conseguí la dirección de Antonio. Mandé la primera carta a la calle Macarena, en Madrid, un borrador descarnado: "La carta sin motivo", escribí en el sobre, y allí le narraba esto que me estaba pasando, esta atracción fatal que me había dado con él. Nunca obtuve respuesta, claro, era como escribir un diario, no sabía si lo leía pero yo me descargaba. Mandé una segunda, una tercera, una cuarta.

Así noté que Antonio, curiosamente, lograba que la escritura fluyera como nunca. Metáforas, frases, ideas, parrafadas. ¡Esta es la mía!, me dije, y empecé a buscar al otro tipo a ver si surtía el mismo efecto en mi pluma. Pero (puta palabra)... al contrario de lo que pensé no resultó nada fácil. Buceaba y buceaba por el océano de la web en busca de un mail, de un teléfono; nada, ni rastros del loco de la colina. Entonces fue que algo pasó, algo interesante que pocas veces podemos soportar por ansiedad, por la estúpida idea de que lograr el objetivo es lo importante. El camino a la Meca se puso más interesante que la Meca, eso le escribí al presidente de la Ausbanc, Luis Pineda, según él “casi socio” de Jesús, uno de los desopilantes personajes con los que me topé en el sendero amarillo hacia Jesús Oz Quintero.

Antonio, el sombrero loco y el de la colina buscandoló...
Y me senté a escribirlo. Todo. En un blog. No me quedaba otra. Pineda. Coto Matamoros. El Cyrano de Quintero. Las aventuras con el sinfín de persona/jes que en pos de ayudarme a dar con el Loco me iban escribiendo el relato a la distancia. Pero (putísima palabra)... en el quinto capítulo alguien me pasó su teléfono, el de Quintero. ¡Tragedia!, me dije, porque eso significaba que iba a tener que llamarlo para hacer avanzar la historia. Y así fue. Agotadas las escenas y puntos de giro con los coprotagonistas no quedó otra que enfrentar el bulto. En el capítulo catorce junté coraje y, a pesar de mi timidez, lo llamé. La excusa: estrenar mi obra en su teatro. Y hete acá que para mi desconcierto Quintero se entusiasmó. ¡Dios mío! Me pidió amablemente que le enviara el material por mail ¡así veíamos de programarla! No le confesé en ese momento la verdad, y tampoco logré hacerle llegar el texto virtualmente (cosa que le convenía al relato). En el capítulo treinta junté más coraje todavía (y algo de plata), saqué pasaje y me llegué desde Buenos Aires a Sevilla. Joder con este vicio de escribir.

Encuentro porteñoandalú
No tenía idea de en donde buscar y el Loco había cambiado su teléfono pero (maravillosa palabra)... El Universo puso dos persona/jes más en mi camino que me ayudaron a llegar a él. Y cómo termina este viaje sostenible, no se pregunta usted, pero yo le cuento igual. MUY sostenible. Porque a más de cinco años sostengo la inspiración de estos dos Musos Andaluces. Escribo que te escribo en el blog de la colina. Pues termina de parranda con el Loco, trabajando junto a él en La Carbonería, termina con los planetas alineados, literalmente. El 17 de octubre de 2015 se alinearon los planetas para nosotros tres, lo anunciaron en la televisión esa mañana, antes de ir por el tren que me llevaba a Posadas y que acabé perdiendo. Y gracias a que lo perdí volví a Sevilla en el coche de Vigorra con los dos Jesúses. Pero no me alcanza la cantidad de palabras para contarlo todo. La cosa es que presencié en Almodovar del Río posiblemente el último encuentro de los Musos, Quintero y Gala dándose un abrazo fraterno que, quiero creer (porque es bien románticón), se juntaron sin saberlo para mi. Almorcé con ellos papas fritas con morrones y huevo, no me lo olvido más.


Y así que así es la cosa, ¿vio? Porque yo ya intuía que la vida que uno tiene es la que se elige (bien que nos pese), pero ahora además lo experimenté. Yo podría seguir sentada en casa echando la culpa de mi infelicidad, de mi vida aburrida a los poderosos de turno, a mi marido, a Rosa de Sálvame o a los señores de Hacienda. Pero elegí agitar el avispero a ver si conseguía algo distinto y mire usted…

Continuará...



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