martes, 29 de octubre de 2019

Capítulo 494 "Con la despedida"

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Llegué a la esquina de la plaza y paré en el semáforo. No quería ni mirar a ver si estaba. Ya sabía que sí pero me hacía la estúpida, esas cosas que a una se le escapan, hacerse la tonta, la que no ve que el otro viene llegando y cuando está ahí nomás ¡oh! ¿Cómo te va? Qué se yo… gestos sociales. El semáforo se puso verde. No había mucho tráfico aunque eran ya las ocho de la noche del sábado. Raro. Crucé la ancha avenida Las Heras por la senda peatonal. Me había dicho que estaba frente al Mac Donald y allá la vi, apoyada contra la pared de la plaza. Sí. Es una plaza con pared. El pasto está como a un metro del piso, es una plaza rara. Miraba su teléfono y escribía. El pelo negro y suelto. Llevaba un sombrerito con onda. Tiene onda la hija de puta, mucha onda. Y es tan mala, Loco... Y con todo lo que me hacía igual la seguía viendo linda. Muy linda. Vos viste lo que es la chica, el pelo que tiene, la sonrisa, las carcajadas son algo estridentes, como exageradas, eso no me gusta pero tampoco me importa. O me importaba. Por suerte está empezando a ser parte del pasado.

A su lado el gran bolso marrón que se había comprado conmigo en Palermo Soho. Tenía botas negras, ¿o eran marrones? No importa. Tenía botas y el pantalón que ya dije se había ensuciado cuando se sentó en el piso, en medio de la escena Shakespeareana, porque no accedí a acompañarla a comprar su mierdas cigarrillos. ¡Mi mamá había quedado sola en el cuarto a medio vestir y la muy egoísta pretendía que le siguiera el tren a ella. Ella también se hacía la tonta, la que no me veía llegar. Llegué. Me senté sobre la parecita, a su lado. No dije nada. Ella miró hacia adelante. Tampoco nos saludamos. Silencio dramático. Por un momento pensé que estaba actuando para este blog, se hacía la interesante, la actriz de telenovela mirando para otro lado. ¿Entendes? Una vez me preguntó, cuando recién empezábamos, si ya la había vuelto personaje. Y cuando lo hice me armó un escándalo, me acuerdo que estaba con tu señora mujer en Guadalcacin, llamó desde tu teléfono. En fin... Seguía con su móvil en la mano. Ya habíamos estado en situaciones parecidas, quizá no tan tirantes, pero casi. Y siempre nos volvíamos a encontrar. Yo le aguantaba un poco sus reviros y al final ella aflojaba. Entonces me amaba el doble porque le había aguantado el reviro. Y después ardía Troya, Loco, ardía mucho, muchísimo. ¿Con vos era igual?

Se había puesto un abrigo. Tenía al final, así que lo del frío etc me lo había actuado para hacer a la cosa más dramática. ¿No te digo yo? Se aburre sin el drama y un poco yo también. Necesitaba vivir siempre en conflicto. Ella. Como mucho tres días pudimos compartir juntas sin que haya llantos o despropósitos o desatinos. El problema solía darse con la despedida, cuando dejábamos de estar juntas, posiblemente tenía un trauma con el abandono. Me hago la psicóloga, no debería. Ella también lo hace, se hace la licenciada y es un desastre, aunque alguna que otra vez acierta. Lo que es seguro, necesita estimación todo el tiempo, no estima, estimación, que no es lo mismo. Estima es que te quieran, estimación es que te demuestren que te quieran. Ella necesita que estés todo el tiempo demostrándoselo, ¿entendes? Es insufrible. Y si no le decís el halago te lo pregunta, te pregunta si la querés diez veces por día, si gustás de ella y cuánto, y cómo, y cuando respondés que sí te pregunta porqué no se lo decís entonces, porqué no se lo demostrás, insiste, insiste, insiste. Pero no sé qué queres que haga, le respondés, empezando a caldearte, y ahí ella se entusiasma, ve que empezás a caer, a ponerle atención, a trastornarte un poco, porque ella te rompe las pelotas le ponés atención, y entonces sigue con el tormento, duplica la apuesta, que si me lo tenía que andar preguntando cada vez no tenía gracia, que así no eran los vínculos de amor, que seguro yo no tuve afecto de chica, me acusaba, y ahí ya subía de tono la cosa aún más y dios mío… No encontré la manera de manejarlo, Loco, me sacaba de quicio cada vez. Se me hizo relarga la entrada, vamos para adentro y sigo, ¿querés? ¿Tenés algo de tomar? ¡Qué divina está mi Giralda! ¿Y el otro departamento que era tan lindo qué pasó? El de acá a la vuelta. (Sigue)

Continuará...



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