Y fijate, fijate como te cagó la gallega el rol que solamente imaginar que me lee, solamente imaginar que intentó contactarme empiezo a escribir como loca. Hacía dos meses que no sabía nada pero nada de ella. Nada. Allá quedó en Buenos Aires y espero que ahí siga para toda la vida pero el otro día encontré una llamada perd-- No, no te voy a marear ahora con eso además quemo material escrituril de futuro pero fijate que sólo intuir que está pendiente, que anda pensando en mi aunque sea en un momento de desesperación, que al segundo se le pasa y me olvida pero no importa, sólo pensarla pensándome y ya la pluma se enerva, se efervesce, pide a gritos vomitar que si no explota y acá estamos… Qué suplicio. ¿A vos alguna vez te salió trabajar de oficio? ¿Sin la necesidad de la inspiración? ¿De alguien que te hirva la sangre?
Empecé a manejar en dirección a la estación de tren. No podía hacer otra cosa y cualquiera podría decirme que sí, así de insensata es la gente, así de apática, de insensible, cualquiera que viera todo de afuera me hubiera dicho que yo iba porque quería, flor de idiota... Bastaba conducir el auto en dirección contraria y listo, ¿no? Llegaba a mi casa, teléfono apagado, mi timbre no anda... Que te cure Lola. ¿Vos hubieras podido? ¿Sabiendo que la tipa no tenía plata? ¿Sabiendo que la mina no tiene idea de qué tomarse para volver al hotel? En fin... Fui porque no podía hacer otra cosa, Loco, no podía. Así que en lugar de perder el tiempo tratando de entender lo inentendible, de preguntarme lo irrespondible, arranqué el auto y allá fui a buscar al monstruo erótico a ver con qué nueva se salía. Y fijate vos, se salió con una escena tal que me tiene escribiendo hace tres meses así que valió la pena el sufrimiento de esa noche de no pernocte, ¿no? ¿O no? Literariamente hbalando te digo, che.
Cuando llegué a Retiro la busqué con la mirada y no estaba. La puta que me parió, pensé, encima se fue al carajo. Estacioné en donde pude, sobre Libertador, bien como el culo, puse las balizas y ahí la vi que venía cruzando desde el otro lado de la avenida. Traía consigo uno de esos monopatines del gobierno de la cuidad, que no tengo idea cómo pero se alquilan. La bronca que tenía… Las ganas de asesinarla… Y esa parte suya, la que me provocaba estos sentimientos de ira era la que me volvía loca de remate porque se pasaba de la raya, ¡impertinentemente! Ahora, por qué alguien caprichoso hasta el hartazgo me atraía alocadamente… Y lo complejo es que todavía cuando recuerdo su cara me parece preciosa, cuando pienso en sus gestos, en sus ojos marrones y vacíos, sus arritmias de ánimo constantes, la suavidad de su piel, su cuerpo moviéndose como loco en medio de la batalla del amor, la manera de no mirar mientras te goza toda… (Suspiro) ¿No vamos mejor a tomar un helado a la esquina, che? Me está haciendo mal recordar todo esto. O si no tortita con café, me da lo mismo, ¿no querés? Encima esta parte es la peor peor, la que se viene, fue un suplicio, no te miento, un suplicio que creo para ella es moneda corriente pero a mi me falta training de ese zarpado/conventillesco/tortillero, ¿sabes de lo que te hablo? El mundo tortillero es al parecer un mundo con reglas propias y muy subiditas de tono, me iba a enterar a los pocos días. (Sigue)
To be continuí….
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