domingo, 1 de marzo de 2020

Capítulo 524 "She is back"

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Porque estoy de regreso. Me teme y me odia. Lo sé con certeza ahora mismo, sentada a solas conmigo en mi hostal de media estrella. Sé que me tiene miedo. ¿Miedo a mi, Gitana? Soy yo, Marina, la cuerda de la Argentina que busca al loco de la colina. Lo sabe, claro que lo sabe, quien soy, por eso me teme y me odia. Ya dijimos que el tiempo hace estragos al afecto y al amor. Y claro, yo seguí escribiendo estos dos años, seguí escribiendo sobre Ella, sobre ellos, sobre todo lo que vivimos/escribimos juntos, sobre Sevilla y El Portil... Para mi nunca nos separamos pero Ella... Vaya a saber qué fue de su vida, vaya a saber qué recuerda. No nos volvimos a hablar después de que me fui aquella tarde calurosa y soleada, después de que la dejé en la colina con sus ganas en la punta de la lengua. Me había llamado de pronto, como suele, yo estaba en Alhaurin a punto de volverme a enfrentar la vida a Buenos Aires. Quería que fuéramos a la Alhambra juntas, salí rajando para Sevilla, como siempre, aunque un poco menos entusiasmada, después de su abandono del hogar en Jerez ya no podía amar sin presentir. Antes de llegar le mandé ese mensaje, que sabía que seguía intimando con su ex, no respondió nada. Hicimos el amor como nunca y después me fui. Sin más. Y como supo hacer Ella cuando se fue a rescatarlo a Él, dejando los churros sin tocar en la mesa, dejando nuestro hogar dulce hogar como si no hubiera existido, como si no nos hubiera costado lo que nos costó llegar a eso, no me despedí ni por teléfono. No me valía la pena. Me tomé el vuelo de Iberia esperanzada de que mi ausencia le doliera mucho.

Ni el diablo sabe qué cosas y porqué recuerda la gente, decía Sabato. Miedo u odio. O ambas dos, aún no estoy segura. Por eso ni se me ocurrió pedirle a Él de quedarme en la colina, ni loca, no me dio la cara y tampoco me lo ofreció, ni Loco. No debe poder creer que merodée de nuevo a su marido, Ella, estará maldiciendo el día en que me dio confianza. A Él le importa un bledo que esta demente siga todavía con este blog, incluso creo que le resulta gracioso o algo por el estilo, quizá gracioso/increíble. Por algo me llevó el apunte, por algo cuando finalmente me reconoció en lugar de escapar como la otra vez...  Él vive en una estratosfera diferente, más allá del mal y del bien, más allá de la hipocresía y de la contradicción. Pero ella es de perfil bajo, no le gusta que anden ventilando sus privacidades, ni siquiera sin su nombre, no le gusta nada porque la gente sabe quien es la asistente/novia de Él entonces saben por deducción, y yo realmente me siento terrible porque porque la amo la aporreo, ¿me comprende? La Gitana es singular y apasionada y atenta y enérgica y espontánea y muy afectuosa, como una leona, y porque es todo eso me inspira y porque me inspira la amo... Y es en ese mismo acto, en ese que Ella me inspira, ese por el cual la amo, el de escribir, es en ese acto que lo arruino todo, le provoco a Ella los sentimientos más horribles hacia mi. Un círculo vicioso de trágico final porque no puede terminar de otra manera. Yo no puedo dejar de escribirla y si la escribo Ella ya no me puede querer, no puede confiar en mi y huye como si tuviera la peste… Casi casi el círculo vicioso del amor, diría. El amor es trágico. Siempre algo impide que sea del todo pleno, que perdure, que no haya dolor, que no lastimemos aunque sea un poco al ser amado... Y eso mismo lo hace atractivo, misterioso, triste...

Y hay que estar enfermo de la cabeza para no encontrar otra cosa sobre qué escribir, sobre qué inspirarse. ¿No? ¿O no? Ya van a ser tres años... La noble Gitana, la mina de roble que lo acompaña en las buenas, en las malas y en las locas, creía que yo ya estaba en otra, que había girado el rumbo para otro lado porque no supo más de mi. Incluso posiblemente me había borrado de su memoria. Hasta ahora. Sería optar por la cordura. Dejar de escribirla; dejar de joder a quien sabemos se incomoda con todo esto. Porque Ella no está contenta con mi manera de hacer arte, yo ya lo sé, no está contenta porque la involucra. Pero qué le voy a hacer… Sí, ya lo sé, llorar… Mi musa me ha bloqueado del whatsapp para toda la vida (acaba de ocurrir ese suceso, ya contaré detalles). Estaba a punto de escribirle para saber de Ella y descubrí el trágico hecho y necesito aclarar algo ahora mismo: Rocío es un paliativo, Gitana, un manotazo de ahogado, un mientras tanto, vos sos la esencia de todo esto. Ni Él, ni ella, ni yo, y vuelvo a ella, a Rocío, antes de quedarme sin tinta, sin tinta forever, que la Musa de Jeré me dijo adiós, no hay más nada pa ti, por pasarte de la raya, mija:

Juan Ramón casa en Huelva.
Rocío en casa, espatarrada en el futón mirando su mierda teléfono e ignorándome por completo. Ya había cargado el lavarropas. Ya había ido a comprar comida, sola, ni le pregunté si quería acompañarme porque no tenía ni media gana de ir por la calle con una mujer en el estado en el que ella se encontraba. Neurótica. Border. Imbancable. Completamente segura de que la había estafado afectivamente, de que la estaba usando, tratándola mal, y devolviéndome de lo mismo en consecuencia. Había comprado para hacer revuelto gramajo, me había dado la costumbre últimamente y sabía que a ella le gustaba. A ver si encima cocinaba algo de su no agrado y me tiraba con el plató por la cabeza o peor, retomaba la tortura psicológica con la excusa de que le cocinaba cosas feas adrede. De cualquier cosa se podía agarrar para armarme despelote y fuera de casa vaya y pase pero puertas adentro me daba miedo, no tenía a dónde escapar. Para ella sería justicia. Ese maltrato que me propinaría. Tenía que sobrevivir a esa noche… Tenía que sobrevivir esa noche, ver cómo hacía para que se fuera de casa y después ingeniármelas para sacármela de encima para siempre.

Suspiré entrando con la bolsa de compras en la mano. Seguía en el futón pero había dejado el móvil al fin. A su lado dos cajitas. Se había servido un vaso de agua de la canilla porque mineral no había y carajo, me había olvidado de comprar. Fui directamente a dejar las cosas sobre la mesada. Ella estaba muy concentrada haciendo una manualidad, plegaba papelitos con sus manos, no quise mirar directamente para no llamarle la atención, ahora que estaba mansa había que dejar que así siguiera, miré de reojo y era eso, plegaba papelitos que sacaba de una de las cajitas. A su lado una suerte de pajarito hecho en papel brilloso. El costado artístico oculto de la Morocha de Ibiza, qué ternura... Puse el agua en la hornalla para hacer las papas del revuelto tratando de no hacer ruido, de que nada rompiera esa pseudoarmonía que habíamos logrado, ignorándonos, sí, espantoso, pero pseudoarmonía al fin. ¿Precisas ayuda? Me habló a mi. Había cambiado el tono sino la energía. No gracias, respondí, por si las moscas, y la verdad es que me salió algo seca la respuesta pero no podía manejarlo. La situación era extrañísima, me sentía cansada. Tuve terror de que mi falta de alegría o agradecimiento en el tono de mi respuesta la pusiera nerviosa de nuevo. (Sigue)

Continuará...



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