El segundo hisopado pendiente de las viejas finalmente había dado negativo, salvo por las cuatro apestadas todo había vuelto más o menos a la normalidad, qué horror es la normalidad… Todo era más o menos normal hasta que mi madre, que también odia la normalidad, la calma chicha, que suele destacarse por dar la nota, se metió sin querer queriendo en el cuarto en donde estaban aisladas… ¡Todas sin barbijo! Porque el protocolo dice que lo que dice el protocolo no hay que cumplirlo. El Ministerio de Salud ordena por escrito que si hay positivos en una residencia que no tiene estructura para aislamiento deben ser trasladados, pero como no hay a donde trasladar les indican que las aíslen “como puedan” en la misma residencia, atendidas por las mismas asistentes que entran y salen del cuarto de la peste con sus trajes de astronauta… ¿O querés que te las lleve al hospital público? Eso les respondieron a las dueñas los mismos que dicen por la tele que velan por nuestras salud y, sobre todo, por la de nuestro mayores… Déjeme creer que cuando se muera esa gente se irá toda junta y a la mierda.
Socorro... |
La Vieja abrió la puerta en la que había un cartel que decía NO PASAR, saludó cortésmente a las apestadas, fue al baño, tiró elegantemente la cadena, se jugó una partida de chin chon con el corona, volvió a pasar por entre la peste y regresó al comedor, con su vejiga contenta, a mirar la tele. ¿Ergo? Mi teléfono celular sonó, eran las ocho de la noche, la encargada con una voz de velorio terrible me dijo: ¿Marina? Chau, pensé, llegó el momento trágico por el que todos, o casi todos, hemos de pasar, se murió la Vieja, dios mío, dios mío... Pero no, con voz de velorio me anotició Marianela de lo sucedido y que iba a consultar a las dueñas qué carajo hacía ahora. E imaginesé, si ella no sabía qué hacer, yo menos... Supongo que debería haberme espantado, enojado, porque la responsabilidad es de ellas ahí adentro pero como siempre peco de exceso de comprensión, dadas las caóticas circunstancias, responsabilidad absoluta de los imberbes que nos gobiernan, no pude más que sentir pánico, comprensión y compadecimiento por ella, que todavía no entiendo cómo sigue en pie después de tanta incoherencia y tortura propinada por el Estado.
Nos van a matar de |
Realmente estaba aterrada la pobre… ¿Ergo? Las dueñas en pánico. La encargada en pánico. Yo en pánico. El resto de las viejas en pánico por miedo a que volvieran a encerrarlas a todas porque cada vez que alguien da positivo, aunque sea falso, todas a las jaulas hasta que se desmiente la cosa, que ha pasado más de una vez porque una cosa son los test rápidos, que fallan casi siempre, y otra cosa el PCR, sí, ya nos hemos doctorado en esta mierda y todo. La única que no estaba en pánico era mi madre que protestaba porque le pidieron que se quedara en su pieza con el barbijo puesto y no saliera. Me torturaba por teléfono con que estaba sola y quería salir etc… Y así es ella, a la única persona a la que considera es a ella misma, por eso a veces la tienen algo dopada, por eso que dice el dicho, uno es artífice de su propio destino. Y por eso mismo yo ahora no escribo ni una y griega, porque me tendría que haber quedado allá, en Sevilla, transitando la incertidumbre, cerca de mis inspiradores. Escribir sin ganas es peor que ser artífice del propio destino de uno, se lo juro… Pero si no escribo, me doy.
Continuara... (Sigue)
la verdad verdadera, soy testigo
ResponderBorrar