miércoles, 2 de diciembre de 2020

Capítulo 542 "Magoya y el esperpento"

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Y con la farsa humana hay que aprender a convivir, al igual que con la covid, nueva matriarca. La mayoría se adapta a poco de nacer, a la farsa no a la covid, la boca se le haga a un lado y la PCR también, la mayoría se adapta porque no queda otra, o si queda pero no nos enteramos, o no nos sale, o no nos viene en la matriz, o no queremos enterarnos, posiblemente sea genético el asunto, genético hereditario. La farsa es el paradigma, lo habitual, tan habitual que a nadie llama la atención, justamente, y asimila, asimilamos las maneras y así nace la nueva moralidad (todos de pie), aunque sea completamente lo contrario, aunque sea el cáncer, la malaria, el estrabismo. Y en caso de no asimilar hay que pretenderlo, estoy de vuestro lado, lo bueno es lo bueno y lo malo es lo malo, y nosotros, camaradas, somos buenos, somos de los que nos vamos a salvar, a ver si le vamos a buscar el pelo al huevo espetando verdades al ñudo, nuestras escuetas verdades, que si eso sirviera para olvidar penas a largo plazo, todavía...

Y así como nos adaptamos a la farsa yo no me adapto a la vida, que trae consigo a la muerte, PCR por la noticia, ya sé, y antes que a la parca trae consigo al deterioro, si tenemos el disgusto sino la obstinación de durar como demasiao, de resistirnos al destino, que la medicina ayuda mucho ahora a estas estrafalarias obsesiones humanas: durar, no sabemos para qué, pero durar al fin y cosa extraña el hombre, nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere... El deterioro, la involución, el camino a la finitud acompañan a la dependencia, a la desaparición del ser, que sigue estando, a duras penas, pero te mira y quizá se ríe y te parte el alma en mil pedazos, el deterioro acompaña a algo que nos suena a esperpento, a espanto, a vergonzoso, a negación, a cómo carajo puede ser que seamos mortales y el asunto se desgaste al punto de no poder valernos por nosotros mismos. Y ojo porque esto, que no es poco, tampoco es todo lo que nos tiene reservada la natura, si el deteriorado no tiene a donde caerse muerto… si el deteriorado no ha hecho migas con alguno y carece de la suerte de estirarla de un paro en su casa, como el Diego... que lo ayude Magoya, tras cartón.

Y acá Magoya era yo, la hija que mi madre tuvo y por paradigma, cultura y/o legalidades debo hacerme cargo o, dicho de lindas formas, acompañar su tránsito hacia el fin. Debo, así que si logro querer hacerlo muchísimo mejor. Salí de raje para el hogar aunque lo que menos quería, lo confieso, era dedicarme a hacer eso esa mañana, recién llegada de mi Sevilla añorada, aún con la costra del ya no me importa nada que me había salido de tanto ajetreo y papeleo y consulado y saber… saber lo que pasa es lo peor porque el resto suele no saberlo y aportan a que la imbecilidad triunfe… Y yo los mataría no de covid, de algo realmente jodido, se lo juro, los subiría a todos a un avión con los motores defectuosos, por ejemplo, porque si sólo ignoraran vaya y pase pero además opinan y además accionan y además son muchos y terminan ganando, estropeándolo todo... Qué desgaste leerme, señora, qué vano, que amargura, que pérdida de etc. Apenas subida al auto, que no se le dio por no arrancar esta vez, empecé a sentir el temblor en las piernas, el llanto que asomaba, la angustia inconsolable, el nervio en la panza, el deseo de volver a Ubrique, a ese fin de año con Él que nunca terminé de narrar, quizá porque Ella nunca se enteró y terror me da que lo haga, porque me lee, lo sé, el bloqueo de Whatsapp tras escribir que le miraba sus estados, Gitana mala, fue la evidencia insoslayable. 

Y ya la estaba matando de nuevo a mi mare, a poco de llegar a la residencia, a poco de estallar en lágrimas de impotencia, costumbre que empezó en 2015, lo de finiquitarla antes de hora, cuando se mandó la medicación mal y creí que le había dado el Alzheimer súbito pero no, era que se había mandado mal la medicación, como tres días en uno se tomó y durmió uno y medio… Recuerdo que fuimos al Burguer y tan dopada estaba, lo miraba todo como recién nacida, dios mío, eran los amaneceres de la dependencia… Llegué a la cuadra del Hogar y ahí estaba la ambulancia de Emergencias, que es una empresa privada que contrataron porque si esperamos a Pami nos morimos de (sigue)

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