viernes, 15 de mayo de 2015

Capítulo 52 "Reunioncita con Juan"

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Una reunioncita con Juan. Eso escribió la chica tan suelta de cuerpo en otro mail, uno que llegó como dos semanas después del ajetreo del capítulo de prueba. Casi que me había olvidado ya del asunto. Creí que habían descartado mi trabajo y en medio del caos televisivo se olvidaron de avisarme. Imaginaba a los otros cinco aspirantes trabajando a cuatro manos, porque seguro todos habían entrado al equipo menos yo. Pero no. Preguntaba si podía ir a 100 Bares que él quería charlar conmigo. Él quería charlar conmigo. La frase se repitió en mi cabeza varias veces. Se me paró el corazón. Se me estrujó la garganta. Porque no era Juan de los Palotes que vaya a saber por qué lo subestimo al pobre, quizá una charla con él también sería interesante. Pero este era Juan el otro, el del Secreto, el que se ganó el Oscar. Juan era el que me había dado clases de cine durante un año, mientras hacía Metegol, y en donde conocí a Miguel, el de los Guardianes de la puerta, que estaba trabajando, justamente, en Metegol. 

Éramos como 400 alumnos sentados en las butacas del cine que hay en Metrovisión, una empresa que hace post producción. Un buen día un español alzó la voz para opinar algo sobre la película que habíamos visto. Campanella lo presentó: el mejor animador del mundo. (Ostias). Todas las cabezas se dieron vuelta para mirar a semejante espécimen. ¿Quién era el mejor animador del mundo que estaba entre nosotros y nosotros ni enterados? Alto. Grandote. Con la cabeza rapada y algo mágico en su expresión, y claro, se había pasado la vida animando hadas, criaturas míticas. Había trabajado en Star Wars, en Los picapiedras, Eclipse, Avatar... ¡Era como estar con Marlon Brando de la animación! También sabía tocar el arpa, como los hados. Supe llevarlo durante el año que duraron las clases hasta su casa en mi auto, y ahí fue que nos hicimos amigos.

La cuestión es que la cuestión no era nada sencilla. Lo de trabajar con Campanella podían ser los Guardianes de Miguel queriendo distraerme de mi objetivo sevillano o bien podía ser lo otro, podía ser esto realmente la oportunidad de mi vida; el verdadero punto de giro que abriría la puerta de mi verdadera profesión: una verdadera guionista. Dejarme de comprar y vender asuntos, dejarme de dar masajes a domicilio para, al fin, vivir de lo que me gustaba hacer de verdad. ¿Y si al no quedarme me estaba escapando de mi destino y no al revés? ¿Y si los Guardianes en realidad querían que siguiera yo vendiendo insumos descartables para toda la vida? Y esta gente de la productora no venía ayudando nada. Había pasado el fin de semana. Otro fin de semana y ni noticias. La incertidumbre, los nervios... Una mañana me levanté decidida, cosa más que extraña en mi, me fui hasta la oficina de Iberia y tras esperes y averiguaciones, pagando una suma no tan estrepitosa, era posible modificar la fecha. Faltaba ir a poner el dinero en efectivo para que el cambio se hiciese efectivo, valga la redundancia. ¡No ganarán los putos Guardianes! Pero tampoco voy a ser tan idiota de irme en este momento. ¿No? ¿O si? ¿Me atrevería a ir a la "reunioncita"?, me pregunté en la cola del Rapipago con la plata encima para el cambio de boleto. Con lo tranquila que era mi vida hasta ese momento... Todavía estaba a tiempo de huir... 
 
Continuará...








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