Sentada en la desgarbada silla se quedó pensante y angustiada. Jugaba con el teléfono en la mano, lo miraba sin verlo, a la espera de que una solución al entuerto emergiera del deleznable aparato. Probaba estilos de pensamiento para pasar el rato. Unos para quienes preferían sus divagues existencialistas a secas, sin relato, sin telenovela ni acción, al estilo de las columnas de los diarios, que explayan sobre un tema y listo, sin personajes ni nada. Probaba también lo otro. El relato con historia. Pensamientos más cordiales para quienes esperan lo lógico y continuo. Personajes que llegan, hacen, pelean, se enamoran etc. Nunca iba a poder. Contentar a todos. Por eso terminaba siempre haciendo, escribiendo lo que se le daba la gana.
No podían volver al hogar, había dictaminado la dueña hacía ya más de una hora, porque el protocolo de la ciudad exigía la PCR, y el médico de guardia no se la quería hacer, porque no se justificaba, por las pocas horas que habían estado, porque era "zona limpia", porque la vieja no tenía síntomas, no se justificaba. ¿Y entonces qué hago con ella? Hay preguntas que no sirven para nada, esta era una de ellas, porque no había obtenido respuesta ninguna de ninguna de las partes. Mientras tanto la vieja dormitaba en la camilla, con las manitos de almohada, ajena a todo lo que pasaba, a la guerra de Oriente Medio, al mundo cruento y al hisopado del que dependían sus magras existencias en ese momento.
Caminó ya sin el ánimus dentro hasta la puerta que daba al jardín. Oscurecía. La concurrencia si antes era poca ahora era poquísima. Y entonces lo vio. A lo lejos. Parado en una de las callecitas hablando con dos de blanco. El médico diferente. Tuvo el impulso de correr hacia él y se preguntó porqué, si ni lo conocía. Se quedó mirando la escena. El tipo hablaba con ademanes apasionados mientras los otros dos lo escuchaban, atónitos. ¿Qué les estaría diciendo? Alguien más se acercó a la escena. Le comentó algo. El diferente escuchó, atento. Asintió y siguió con su explicación. Dudó. Porqué qué le iba a decir, primero, y dudó porque porqué tanta atracción por el tipo ese. Nada llamativo tenía, salvo su manera de explicar las cuestiones, sus movimientos, su manera de mirar, uffff... ¿Era amor a segunda vista en medio de la tragedia? Porque ya lo había visto antes, y ya le había atraído, no tanto como en ese momento, no podía dejar de mirarlo. ¿El amor venía a rescatarla, al menos por ese rato, de las que le estaba tocando pasar? ¿Era el inconsciente ávido de una tablita en medio del remolino?El cuerpo solo se acercó hacia él, sin consultar a su cabeza se quedó a unos pasos, en actitud difusa. No se atrevía claramente a ponerse en esperes, que se diera cuenta pasionario de que quería hablarle, pero tampoco tan lejos como para que no la registraran. Los tres hicieron un alto y la miraron, inquisitivos. Ella miró el piso, no quería interrumpirlos pero era ese el momento de explicarle, de pedirle unos minutos cuando terminara, si podía. Sí logró verlo de cerca. Tendría sesenta años, algunos más, y ojos verdegrises, que combinados con el pelo cano le quedaban divinos. Estás buscando al padre, como solés, se recriminó mientras no se movía de donde estaba. Déjate de joder con esto que tu papá está vivo y te quiere mucho. Él terminó con los dos señores de blanco y la miró un segundo, de retirada. Entonces ella lo siguió, a lo Casablanca, le tocó el hombro y el dio un respingo antes de darse vuelta, y sí, era amor a segunda vista, sin dudas....Continuará...